Lo reconozco, tenía ganas de abordar el tema de Twitter, y es que en mi aún reducida experiencia en este mundillo, que no en el de las herramientas digitales, porque a veces creo que se tiende a unificar todo de forma maliciosa, hay una serie de comportamientos y actitudes de los usuarios de la misma, que junto con algunas características de la propia herramienta, no dejan de sorprenderme, y que a los novatos en esto pueden llegar a crearles pequeños traumas, como a mí me pasó.

Sin lugar a dudas uno de estos pequeños traumas se produce cuando adquieres la consciencia de que eres incapaz de leer todos los tuits que recibes en tu línea de tiempo. Esos pequeños braquets que junto con el texto «Cargar mas tuits» aparecen cada vez con más frecuencia te lo recuerdan constantemente. Y esto me llevó rápidamente a una gran pregunta, si yo siguiendo a 100 cuentas era incapaz de leerlo todo, ¿como lo hace alguien que sigue a 3.000 cuentas?…. Quizás pequé de ingenuo, y por eso tardé en darme cuenta de que es prácticamente imposible que esa persona pueda leerlo todo, salvo que no haga otra cosa, y ni aún así…… y es que en realidad NO lo hacen…. Pronto aprendes que se pueden crear listas privadas con exclusivamente las cuentas a las que les interese leer, o que leen en «diagonal» o más bien a grandes saltos de tuits, o directamente no leen a nadie y tan solo interaccionan con los tuits que aparecen en sus bandejas de notificaciones… Y también por este motivo hay gente que repite tantas veces a horas diferentes sus tuits… Y por ese motivo lees habitualmente que si tus tuits no llevan fotos se retuitean mucho menos, etc, etc, etc….

Y si esto es así, ¿porqué hay gente que sigue a tantas cuentas?. Y aquí empieza a vislumbrarse otro tema de fondo, el de los seguidores. Y con él, el absurdo estrella de Twitter, el pacto entre caballeros: yo te sigo, tú me sigues, ambos aparentamos que nos interesa lo que decimos cada uno pero en realidad pasamos olímpicamente uno del otro, pero como ambos tenemos un seguidor más, los dos aumentamos nuestro ego, y todos contentos.

Por lo tanto, en realidad, el número de seguidores por si mismo no significa gran cosa, lo que me generó otro pequeño trauma, sobre todo porque esta métrica del número de seguidores se presta a toda la demagogia del mundo, y cuando alguien quiere fastidiar la saca a relucir, sin pararse un segundo a pensar, buscar o mostrar otras métricas que informan sobre si la identidad, la interacción y la influencia sobre tus seguidores responde a los objetivos que te hayas marcado.

Lo que da pié a otra reflexión: ¿porqué estamos en Twitter?. Aunque al principio pudiera ser por un tema de moda, hace ya tiempo que fundamentalmente es porque otros compañeros de profesión están y nos hablan de sus grandes virtudes. Se nos vende un mundo de luces en Twitter, que sí son reales, al menos algunas de ellas, pero no se nos advierte de sus sombras. Creo que todo aquel que se aventure a navegar por Twitter debería hacer una reflexión personal, profunda y sincera sobre que objetivos quiere conseguir con su presencia en Twitter, y además, o más bien sobre todo, que precio está dispuesto a pagar por alcanzarlos, porque de no hacer esta reflexión va a desperdiciar una ingente cantidad de su valioso tiempo, que invertido en otras cosas le podría rendir mucho más.

Pero volvamos al tema de los seguidores, porque si yo no soy capaz de leer a todos los que sigo, ¿a mí me lee alguien?, o tan solo lanzo susurros a la inmensidad del universo. Pues sí amigos, el día que me di cuenta que tan solo lanzaba susurros al universo tuve otro de mis pequeños traumas, o quizás no tan pequeño, porque a punto estuve de cerrar mi cuenta y olvidarme de esta herramienta para siempre. Solo el paso de los días y la convicción de que con tiempo y esfuerzo podría llegar a crear una marca digital personal de valor, que me representara adecuadamente como soy, que sirviera de referente a como creo que se han de hacer las cosas, fue lo que mantuvo viva mi cuenta personal en Twitter. A día de hoy sigo lanzando susurros al universo, pero al menos a veces veo que algunos de ellos generan emociones, sentimientos o respuestas…..

El famoso pacto de caballeros antes comentado aún da más de sí, porque genera otra práctica típica de listillos. La de aquellos que te ofrecen sutilmente ese pacto de caballeros, lo aceptas, y al cabo de unos pocos días te dejan de seguir, con la esperanza de que no te des cuenta, y así ellos han ganado un seguidor más a través de un política absolutamente cuestionable. Y así puede ser, salvo que uses una herramienta de seguimiento de «Follows» y «Unfollows» como por ejemplo SocialBro, donde rápidamente puedes detectar estas cosas. Y es que en realidad Twitter como herramienta usada por humanos que es, actúa como un reflejo de esos humanos que la usan, en lo bueno y en lo malo.

Otro aspecto fascinante a mis ojos novatos era ver el don de la ubicuidad de determinadas cuentas. Iluso de mí un día me pregunté, ¿como es posible que @fulanitodetal acabe de enviar un tuit, si lo estoy viendo dar una ponencia?, lo cual por cierto ya dice mucho del interés que me había generado la ponencia de @fulanitodetal. Pues sí amigos, existe el software que permite la programación de tuits (Hootsuite o Buffer, por ejemplo), y es muy útil si quieres plantear una línea editorial mantenida en el tiempo.

Pero no solo el don de la ubicuidad, ¿que me decís de la capacidad de mutación lingüística y narrativa de determinadas cuentas?, si es que parece que escriben los tuits varias personas diferentes. Pues nuevamente sí amigos, es que en realidad los escriben personas diferentes. Hay empresas y autónomos cuyo trabajo consiste en llevar cuentas de Twitter, incluyendo las personales. Ojo, que yo no estoy en contra de esto, es más, lo entiendo perfectamente si de verdad estás inmerso en la creación de una marca personal potente y tienes un trabajo y una familia de la que ocuparte. Pero al igual que ocurre con todo, si uno mismo no manda todos sus tuits, sí debe asegurarse al menos que los que no mande le reflejen a él y no a otra persona.

En fin, que a veces me da la sensación de que en Twitter vales más por lo que dices que por lo que haces, que vales más por lo que aparentas que por lo que eres en realidad, cuando en realidad el auténtico valor de una persona, organización o marca se obtiene justo de la forma contraria, como irónicamente muchas proclamas en forma de tuits se esfuerzan en recordar.

En Twitter, al igual que en otros medios de comunicación digitales, falta el 80% de los elementos que forman parte de la comunicación, falta la comunicación no verbal. Si además el 20% restante se reduce a 140 caracteres, el milagro es que consigamos comunicar algo…

Pero lo hacemos, ya sea con links, imágenes, palabras o emoticonos, comunicamos de una forma nueva y apasionante, he aquí la grandeza de Twitter, he aquí porque sigo utilizándolo.

Javier

Lo reconozco, tenía ganas de abordar el tema de Twitter, y es que en mi aún reducida experiencia en este mundillo, que no en el de las herramientas digitales, porque a veces creo que se tiende a unificar todo de forma maliciosa, hay una serie de comportamientos y actitudes de los usuarios de la misma, que junto con algunas características de la propia herramienta, no dejan de sorprenderme, y que a los novatos en esto pueden llegar a crearles pequeños traumas, como a mí me pasó.

Sin lugar a dudas uno de estos pequeños traumas se produce cuando adquieres la consciencia de que eres incapaz de leer todos los tuits que recibes en tu línea de tiempo. Esos pequeños braquets que junto con el texto «Cargar mas tuits» aparecen cada vez con más frecuencia te lo recuerdan constantemente. Y esto me llevó rápidamente a una gran pregunta, si yo siguiendo a 100 cuentas era incapaz de leerlo todo, ¿como lo hace alguien que sigue a 3.000 cuentas?…. Quizás pequé de ingenuo, y por eso tardé en darme cuenta de que es prácticamente imposible que esa persona pueda leerlo todo, salvo que no haga otra cosa, y ni aún así…… y es que en realidad NO lo hacen…. Pronto aprendes que se pueden crear listas privadas con exclusivamente las cuentas a las que les interese leer, o que leen en «diagonal» o más bien a grandes saltos de tuits, o directamente no leen a nadie y tan solo interaccionan con los tuits que aparecen en sus bandejas de notificaciones… Y también por este motivo hay gente que repite tantas veces a horas diferentes sus tuits… Y por ese motivo lees habitualmente que si tus tuits no llevan fotos se retuitean mucho menos, etc, etc, etc….

Y si esto es así, ¿porqué hay gente que sigue a tantas cuentas?. Y aquí empieza a vislumbrarse otro tema de fondo, el de los seguidores. Y con él, el absurdo estrella de Twitter, el pacto entre caballeros: yo te sigo, tú me sigues, ambos aparentamos que nos interesa lo que decimos cada uno pero en realidad pasamos olímpicamente uno del otro, pero como ambos tenemos un seguidor más, los dos aumentamos nuestro ego, y todos contentos.

Por lo tanto, en realidad, el número de seguidores por si mismo no significa gran cosa, lo que me generó otro pequeño trauma, sobre todo porque esta métrica del número de seguidores se presta a toda la demagogia del mundo, y cuando alguien quiere fastidiar la saca a relucir, sin pararse un segundo a pensar, buscar o mostrar otras métricas que informan sobre si la identidad, la interacción y la influencia sobre tus seguidores responde a los objetivos que te hayas marcado.

Lo que da pié a otra reflexión: ¿porqué estamos en Twitter?. Aunque al principio pudiera ser por un tema de moda, hace ya tiempo que fundamentalmente es porque otros compañeros de profesión están y nos hablan de sus grandes virtudes. Se nos vende un mundo de luces en Twitter, que sí son reales, al menos algunas de ellas, pero no se nos advierte de sus sombras. Creo que todo aquel que se aventure a navegar por Twitter debería hacer una reflexión personal, profunda y sincera sobre que objetivos quiere conseguir con su presencia en Twitter, y además, o más bien sobre todo, que precio está dispuesto a pagar por alcanzarlos, porque de no hacer esta reflexión va a desperdiciar una ingente cantidad de su valioso tiempo, que invertido en otras cosas le podría rendir mucho más.

Pero volvamos al tema de los seguidores, porque si yo no soy capaz de leer a todos los que sigo, ¿a mí me lee alguien?, o tan solo lanzo susurros a la inmensidad del universo. Pues sí amigos, el día que me di cuenta que tan solo lanzaba susurros al universo tuve otro de mis pequeños traumas, o quizás no tan pequeño, porque a punto estuve de cerrar mi cuenta y olvidarme de esta herramienta para siempre. Solo el paso de los días y la convicción de que con tiempo y esfuerzo podría llegar a crear una marca digital personal de valor, que me representara adecuadamente como soy, que sirviera de referente a como creo que se han de hacer las cosas, fue lo que mantuvo viva mi cuenta personal en Twitter. A día de hoy sigo lanzando susurros al universo, pero al menos a veces veo que algunos de ellos generan emociones, sentimientos o respuestas…..

El famoso pacto de caballeros antes comentado aún da más de sí, porque genera otra práctica típica de listillos. La de aquellos que te ofrecen sutilmente ese pacto de caballeros, lo aceptas, y al cabo de unos pocos días te dejan de seguir, con la esperanza de que no te des cuenta, y así ellos han ganado un seguidor más a través de un política absolutamente cuestionable. Y así puede ser, salvo que uses una herramienta de seguimiento de «Follows» y «Unfollows» como por ejemplo SocialBro, donde rápidamente puedes detectar estas cosas. Y es que en realidad Twitter como herramienta usada por humanos que es, actúa como un reflejo de esos humanos que la usan, en lo bueno y en lo malo.

Otro aspecto fascinante a mis ojos novatos era ver el don de la ubicuidad de determinadas cuentas. Iluso de mí un día me pregunté, ¿como es posible que @fulanitodetal acabe de enviar un tuit, si lo estoy viendo dar una ponencia?, lo cual por cierto ya dice mucho del interés que me había generado la ponencia de @fulanitodetal. Pues sí amigos, existe el software que permite la programación de tuits (Hootsuite o Buffer, por ejemplo), y es muy útil si quieres plantear una línea editorial mantenida en el tiempo.

Pero no solo el don de la ubicuidad, ¿que me decís de la capacidad de mutación lingüística y narrativa de determinadas cuentas?, si es que parece que escriben los tuits varias personas diferentes. Pues nuevamente sí amigos, es que en realidad los escriben personas diferentes. Hay empresas y autónomos cuyo trabajo consiste en llevar cuentas de Twitter, incluyendo las personales. Ojo, que yo no estoy en contra de esto, es más, lo entiendo perfectamente si de verdad estás inmerso en la creación de una marca personal potente y tienes un trabajo y una familia de la que ocuparte. Pero al igual que ocurre con todo, si uno mismo no manda todos sus tuits, sí debe asegurarse al menos que los que no mande le reflejen a él y no a otra persona.

En fin, que a veces me da la sensación de que en Twitter vales más por lo que dices que por lo que haces, que vales más por lo que aparentas que por lo que eres en realidad, cuando en realidad el auténtico valor de una persona, organización o marca se obtiene justo de la forma contraria, como irónicamente muchas proclamas en forma de tuits se esfuerzan en recordar.

En Twitter, al igual que en otros medios de comunicación digitales, falta el 80% de los elementos que forman parte de la comunicación, falta la comunicación no verbal. Si además el 20% restante se reduce a 140 caracteres, el milagro es que consigamos comunicar algo…

Pero lo hacemos, ya sea con links, imágenes, palabras o emoticonos, comunicamos de una forma nueva y apasionante, he aquí la grandeza de Twitter, he aquí porque sigo utilizándolo.

Javier