En un tiempo en el que ya se tiende a hablar de responsabilidad estratégica en vez de innovación sectorial, me duele mucho como farmacéutico ver la que puede ser la mayor oportunidad perdida en cuanto a medida y mejora de la adherencia a los tratamientos y seguridad en el uso de los medicamentos, y su consecuente mejora de los resultados en salud.

Me refiero a la aplicación de la normativa europea de verificación y autentificación de medicamentos, la cual va a obligar a incorporar un código bidimensional que contendrá la identificación del medicamento, su lote y caducidad, y un identificador único por envase que habrá que desactivar en el momento de la dispensación en oficinas de farmacia, o en algún momento del proceso farmacoterapéutico en el caso de centros asistenciales.

la gran oportunidad perdida es NO hacer extensiva de forma unitaria a cada dosis de medicamento, en su envase primario, la impresión del nuevo código que la normativa solo obliga a situar en el embalaje secundario, es decir, en el envase, del medicamento

Esta medida, junto con una adaptación de los sistemas de información, permitiría:

  • Verificar en el momento de la administración, que se trata del medicamento correcto, que no está caducado, y que no pertenece a un lote bloqueado o retirado por una alerta farmacéutica. Esto en el peor de los casos, porque si esta verificación se hace en el contexto de un sistema de prescripción electrónica, también podría verificarse que es el paciente correcto, la dosis correcta, la vía de administración correcta y la hora correcta.
  • Y hablo de realizar esta verificación en cualquier paciente y en cualquier ámbito asistencial, tanto en especializada, como en primaria, farmacia comunitaria e incluso el propio paciente desde su domicilio, ya que solo necesitaría un teléfono móvil con una App adecuada.

¿Puedes imaginar el impacto que tendría esta medida sobre la medición y mejora de la adherencia a los tratamientos, así como el número de errores de medicación que podrían evitarse?

¿Puedes imaginar la mejora en resultados en salud derivada de la mejora de la adherencia y la contribución a la sostenibilidad del sistema nacional de salud derivada de los errores de medicación evitados?

Además de lo anterior, a nivel hospitalario podrían eliminarse la mayoría de unidades de reenvasado existentes, con el ahorro en máquinas, personal y fungible que ello supondría.

Con esta magnitud de beneficios potenciales, la pregunta es simple: ¿por qué no se hace?

Es verdad que en su origen tan solo se trata de una normativa europea antifraude, y que tendría un coste inicial para los fabricantes superior al que ya de por sí tiene la implantación de la normativa como está ahora mismo, pero creo que esta podría ser la gran apuesta de la industria farmacéutica por la adherencia y la seguridad, aportando un enorme valor a los pacientes, a los profesionales e instituciones sanitarias, y a la sociedad en general. Así es como creo que tanto Farmaindustria como AESEG deberían afrontar esta oportunidad.

Y también creo que la propia administración sanitaria debería de exigirlo, al ser la responsable de velar por la eficiencia y seguridad general en el uso de los medicamentos. Hay medidas estructurales como esta que pueden tener mucho más impacto a medio y largo plazo que cualquier decreto que incorpore descuentos en los precios de los medicamentos.

Estamos en Julio de 2017, queda poco más de año y medio para que esté activa la nueva normativa. ¿Seremos capaces entre todos de aprovechar esta oportunidad histórica?

Ojalá sea así.

Javier

En un tiempo en el que ya se tiende a hablar de responsabilidad estratégica en vez de innovación sectorial, me duele mucho como farmacéutico ver la que puede ser la mayor oportunidad perdida en cuanto a medida y mejora de la adherencia a los tratamientos y seguridad en el uso de los medicamentos, y su consecuente mejora de los resultados en salud.

Me refiero a la aplicación de la normativa europea de verificación y autentificación de medicamentos, la cual va a obligar a incorporar un código bidimensional que contendrá la identificación del medicamento, su lote y caducidad, y un identificador único por envase que habrá que desactivar en el momento de la dispensación en oficinas de farmacia, o en algún momento del proceso farmacoterapéutico en el caso de centros asistenciales.

la gran oportunidad perdida es NO hacer extensiva de forma unitaria a cada dosis de medicamento, en su envase primario, la impresión del nuevo código que la normativa solo obliga a situar en el embalaje secundario, es decir, en el envase, del medicamento

Esta medida, junto con una adaptación de los sistemas de información, permitiría:

  • Verificar en el momento de la administración, que se trata del medicamento correcto, que no está caducado, y que no pertenece a un lote bloqueado o retirado por una alerta farmacéutica. Esto en el peor de los casos, porque si esta verificación se hace en el contexto de un sistema de prescripción electrónica, también podría verificarse que es el paciente correcto, la dosis correcta, la vía de administración correcta y la hora correcta.
  • Y hablo de realizar esta verificación en cualquier paciente y en cualquier ámbito asistencial, tanto en especializada, como en primaria, farmacia comunitaria e incluso el propio paciente desde su domicilio, ya que solo necesitaría un teléfono móvil con una App adecuada.

¿Puedes imaginar el impacto que tendría esta medida sobre la medición y mejora de la adherencia a los tratamientos, así como el número de errores de medicación que podrían evitarse?

¿Puedes imaginar la mejora en resultados en salud derivada de la mejora de la adherencia y la contribución a la sostenibilidad del sistema nacional de salud derivada de los errores de medicación evitados?

Además de lo anterior, a nivel hospitalario podrían eliminarse la mayoría de unidades de reenvasado existentes, con el ahorro en máquinas, personal y fungible que ello supondría.

Con esta magnitud de beneficios potenciales, la pregunta es simple: ¿por qué no se hace?

Es verdad que en su origen tan solo se trata de una normativa europea antifraude, y que tendría un coste inicial para los fabricantes superior al que ya de por sí tiene la implantación de la normativa como está ahora mismo, pero creo que esta podría ser la gran apuesta de la industria farmacéutica por la adherencia y la seguridad, aportando un enorme valor a los pacientes, a los profesionales e instituciones sanitarias, y a la sociedad en general. Así es como creo que tanto Farmaindustria como AESEG deberían afrontar esta oportunidad.

Y también creo que la propia administración sanitaria debería de exigirlo, al ser la responsable de velar por la eficiencia y seguridad general en el uso de los medicamentos. Hay medidas estructurales como esta que pueden tener mucho más impacto a medio y largo plazo que cualquier decreto que incorpore descuentos en los precios de los medicamentos.

Estamos en Julio de 2017, queda poco más de año y medio para que esté activa la nueva normativa. ¿Seremos capaces entre todos de aprovechar esta oportunidad histórica?

Ojalá sea así.

Javier